TRENT REZNOR está oyendo a Britney Spears. Sus muchos fans no deben preocuparse: no es una decisión voluntaria. El ícono de la música industrial está encerrado en un estudio de práctica en Los Angeles, metido en la pre-producción de la siguiente etapa de la gira mundial de Nine Inch Nails, mientras en el cuarto vecino, Spears y sus bailarines están preparándose.
“Puedo oír el impresionante bajo de Britney Spears” nota Reznor, cuyo seco sentido del humor es tal, que no estás del todo seguro de cuando es seguro reír. “Ha sido un concierto gratis el tenerlos acá, mientras trabajamos.”
Nine Inch Nails –esencialmente Reznor solo en el estudio con una dedicada banda en vivo- antecede al ícono del pop y seguirá ahí cuando ella ya no esté. Desde el debut del grupo de 1989, Pretty Hate Machine, han sido el catalizador para la movida de la música industrial y synth pop duro, usando baterías electrónicas con ritmos programados y teclados aullantes para dar inesperados éxitos.
Nine Inch Nails ha sacado ocho discos de estudio y varios de remezclas que, combinados, han vendido más de veinte millones de copias. Reznor fue una de las figuras insignes del rock alternativo en los noventa, pero a diferencia de muchos de sus contemporáneos, ha permanecido creativamente vital y desafiantemente popular. El 22 de febrero, Nine Inch Nails encabeza el Soundwave Festival, en Eastern Creek Raceway, el mismo lugar al aire libre en el que aparecieron hace catorce años en el fatídico Alternative Nation Festival (también tocarán en el Hordern Pavilion el 24 de febrero).
El tiempo no lo ha gastado. De hecho, desde una ausencia entre el 2001 y el 2005, mientras Reznor lidiaba con el abuso de sustancias y redescubría la confianza de hacer música sobrio, Nine Inch Nails ha sido crecientemente productivo. En estos días, el hombre de 43 años está feliz de ser definido por su carga de trabajo.
“Me levanto a las 6:30 de la mañana y me voy a dormir a la una de la madrugada y cada segundo de cada día está planificado” dice. “Estoy tratando de hacer lo mejor que puedo y espero que les guste, pero si no, está bien. No voy a tratar de convencerte de que te guste.”
Mientras produce un disco para algo todavía no revelado, Reznor ha estado re-creando Nine Inch Nails. El baterista Josh Freese partió recientemente por sus compromisos familiares, con Ilan Rubin (Lostprophets) reemplazándole, entre que el tecladista Alessandro Cortini (“una de las personas más miserables del mundo”, sugiere Reznor sin advertencia) también se ha retirado. Reznor ahora hará las veces de frontman y tecladista, una decisión basada en sacudir la experiencia de la banda en vivo.
“En la gira del año pasado hicimos una producción bastante compleja, técnicamente avanzada, con la que era chévere trabajar y jugar pero ya para el final se volvió musicalmente insípido” dice. “Era como una obra de teatro: casi que mismo todas las veces. Después de un tiempo, me fijé en que se volvió difícil estar presente a lo largo del show, cuando ya lo conocía de cabo a rabo. Podía hacerlo estando sonámbulo.”
Una gran parte de la motivación reciente de Reznor ha sido su separación de la industria de la música y su creencia de que, en la era digital, la música es un bien creativo valioso y no una comodidad. El año pasado, libre de un cada vez más molesto contrato disquero, Nine Inch Nails sacó dos discos inicialmente –una colección de fragmentos anímicos titulado Ghosts I-IV y un fuerte disco de estudio titulado The Slip- por medio de el expansivo site de la banda (seguido por versiones físicas, en variedad de formatos). The Slip permanece gratis para que cualquiera que entre en nin.com lo baje.
“Hace unos años tuve una pastilla dura de tragar: no vas a hacer dinero vendiendo discos ya”, dice Reznor. “Eso viene de una tradición de vivir haciéndolo. Una vez te percatas –por culpa de la avaricia en la disquera y malas decisiones tecnológicas en el pasado- de que la gente cree que la música es gratis, lo que tienes que hacer es superarlo. Nadie va a cambiar eso. Hay generaciones completas ahora que creen que la música debería ser gratis. Tienes que avanzar.”
Desde entonces, Reznor se ha puesto evangélico con las posibilidades que ofrece la Internet. Archivos de pistas múltiples que hacen posible la música en estudio están disponibles para descarga, con fans impulsados a hacer sus propias mezclas. Recientemente, grabaciones en vivo de tres conciertos del 2008 fueron puestas en disposición también, permitiendo que conciertos enteros sean editados por los devotos.
“Llegué al punto en el que lo he terminado” dice Reznor. “Lo tocaré en vivo, viviré con ello, quizá lo reinterpretaré en algún punto, pero en este contexto quiero que la gente lo tenga. No tengo miedo de lo que puedas encontrar ahí y no me importa si pones los sonidos en tu música. Ya lo usé. No hay secreto que se pueda perder.”
Libertad artística, opina Reznor, es poder. “¿Se ha acabado el mundo porque cedí mis grabaciones master online? No” dice. “Más gente la ha oído y más gente ha interactuado con ellas. Misión cumplida”
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